En un viejo loteo fracasado Caín, Abel, y su versión conurbana del mito. Caín productor morronero. Abel vagabundo, vendedor de carnada viva en una banquina del asfalto que va al Tigris.
Hermanos a los sopapos compartiendo ese terreno, su edén ordinario, partido al medio, al que nunca podrán volver morada común: la dialéctica imperecedera entre el sedentario y el nómade.
Y Tatita, siempre ausente, que regresa al fin ese domingo melancólico.
Elenco: Claudio Da Passano, Claudio Martínez Bel y Rafael Bruza
Dirección y dramaturgia: Mauricio Kartun
Jueves 15, viernes 16, sábado 17 y domingo 18 noviembre a las 21:00 hs.
Teatro la Comedia – Mitre y cortada Ricardone
Caín es sedentario, agricultor (cultiva morrones), avaro, individualista, y encarna lo peor del capitalismo. Abel, por su parte, es un espíritu libre, más identificado con una vida nómade, y vive de la cría de isocas que vende a los pescadores en la banquina que va al Tigris. Ambos presentan dos modos de encarar sus proyectos personales y sus relaciones con el otro: Caín levanta paredes, encierra sus propiedades, limita, cumple con la ley, obedece; Abel, en cambio, es el ácrata, el que se acerca más a lo anárquico en tanto cuestiona a la autoridad. En estas posturas, es claro que no se juega solo el destino personal, sino que ambas se transforman en alegorías de dos formas de caracterizar la economía en general. En el medio de los hermanos, además, está Tatita, un padre venido a menos, mentiroso, tramposo, y que no vacila en utilizar a sus hijos para sus fines; como se ve, bastante lejos de lo que suele asociarse al Dios de la Biblia.
Terrenal. Pequeño misterio ácrata remite al paraíso perdido, pero también a los misterios medievales, representaciones que ponían en escena pasajes bíblicos. En este sentido, vuelve a aparecer la parodia, porque más allá de los discursos base que toma Kartun, hay una inversión de valores muy clara: lo que en aquellos era un valor, aquí se transforma en algo cuestionado, y es entonces cuando, además, aparece el humor.