Maite y Damián se encuentran en una disquería. Hace un par de años que no se ven. Se percibe la incomodidad en el aire. Hasta el saludo les resulta forzoso. Fueron pareja durante mucho tiempo, desde que eran adolescentes. Se casaron siendo muy jóvenes. Se extrañan pero se despiden. Nunca más volverán a cruzarse.
A partir de este momento comienza la obra. Es una retrospectiva de esta pareja. Una relación de amor que se va desvaneciendo mientras otra florece. Damián planifica un futuro juntos, tener hijos, comprarse una casa, un auto, llevarlos al colegio, toda una fantasía convencional. Sin embargo, Maite conoce a Fernando que le hace replantear su vida en pareja.
Hacía tiempo que él la seguía, hasta que un día, en la misma disquería, se puso detrás de Maite. Ella dejó de respirar y se le explotó el corazón. Ya no puede ver a Damián de la misma manera. No quiere separarse pero no puede dejar de encontrarse con Fernando.
No es lo mejor, sólo es distinto. Comienzan un romance pasional, donde la emoción tapa las imperfecciones del muchacho nuevo. Viendo la relación de sus padres, los amantes de Maite son el reflejo de sus antecesores. El amor se transforma en manipulación donde el placer es ejercer poder sobre el otro. Finalmente sólo queda la compasión.

En esta historia romántica y desgarradora a la vez, un paralelo tragicómico se ve la vida de la madre y el padre de Maite. Un matrimonio venido abajo, que por momentos se aman, por momentos se agreden y por momentos sólo se soportan. El juego de poder exagerado entre ambos, lujuria tardía mezclada con sadismo, masoquismo y humor degradante, envuelve una violencia no tanto física como psíquica de una relación tóxica.
Actúan: Leandro González, Celina Zarza, Lucía Morabito, Eluney Taganone y Pablo Ercolino
Asistencia de dirección: Sofía Carozzi
Diseño: Eluney Taganone
Dirección y dramaturgia: Mariana Valci
Viernes de marzo a las 21:30 hs.
Teatro de la Manzana – San Juan 1950
Comenta Valci: “Buscaba escribir una historia de amor simple y sencilla. Algo cotidiano, que podría pasarle a cualquiera. A su vez, que se vaya complejizando cada vez más, como una madeja que termine siendo una cárcel para Maite, de la que no puede salir. Una vez escrita la obra, se la entregué a las y los actores para abordar los textos desde distintos entrenamientos. La búsqueda estaba en romper con lo que ya venía trabajando como directora. Mis obras por lo general, se apartan del realismo jugando con rupturas temporales del relato, repeticiones y actuaciones, aunque orgánicas, exacerbadas e irónicas.
Esta vez quise probar algo distinto. La historia de la obra es realista. Un drama romántico. Con saltos en el tiempo y en el espacio pero sin perder la linealidad, la continuidad. La escenografía, si bien minimalista, intenta reflejar la cotidianidad de una casa de clase media. Pero las actuaciones van por dos canales: por un lado, el triángulo amoroso, Maite, Damián y Fernando con registros naturalistas, casi sin matices los hombres y ella, siempre anclada en la debilidad, la fragilidad. El padre y la madre, por otro lado, trabajan el exceso, la violencia y el humor”.