En la pintura de Rodolfo Elizalde, un rasgo característico siempre fue la homogeneidad de una paleta atenuada y plácida, y otro la tenaz ausencia de la figura humana. Por eso es que en uno de los trece interiores que Elizalde concluyó en 2015 -el año de su muerte-, resulta tan significativa y a la vez tan misteriosa, la inclusión de su propia imagen reflejada en un espejo.

Del 23 al 28 de Enero
Museo Castagnino. Av. Pellegrini 2202.